Carpe Diem
Muy pequeñitas cosas mías
sábado, 16 de noviembre de 2013
My name
jueves, 2 de febrero de 2012
MIS YOES
martes, 3 de enero de 2012
Navidad en Familia
Los que convenimos en llamar “adultos” dibujan y recortan, como niños nerviosos, figuras indefinidas en papel metalizado. Antes de pelearon para elegir el color, ahora vigilan que nadie les copie.
Después, los que convenimos en llamar “niños”, nos metemos en la cocina y desaparecemos del mundo durante tres horas. Los lienzos dan vueltas alrededor de la mesa, desaparece el “quién ha hecho tal cosa”, desaparece el "y luego qué", todos pintamos sobre lo de todos.
Al comprar los materiales sólo quedaban óleos. Los no tan niños de entre los niños, advertimos a los más niños de que el óleo no se limpia fácilmente y de que no se manchen. Al salir de la cocina, los más niños de los niños están mucho más limpios que los no tan niños.
Invitamos a los conocidos como “adultos” a ver nuestra obra colocada sobre la vitrocerámica. Ahora vamos a poner nombre a cada pieza y repartirlas. Una obra de arte colectiva y rotatoria, en cada casa una pieza y el año que viene cambio. Lío, discusiones, yo quiero éste, yo aquél, hacemos un sorteo…
Por fin los niños más niños ponen un poco de sensatez: esto no se puede separar. Los seis fragmentos sólo deben estar unidos. Mi tía Ana se encargará de enmarcarlos juntos y de buscarles una pared que alegrar.
viernes, 18 de noviembre de 2011
MI NUEVO HOGAR

El señor y la señora me enseñaban la que iba a ser mi nueva casa. Empezaban por enseñarme el bosque en el que la casa se escondía. Volábamos sobre las copas de los árboles para ver mejor el bosque.
Era un bosque húmedo, negro y tupido, de altísimos árboles muy oscuros con troncos interminables. La luz que surgía de por encima de nuestras cabezas, apenas era capaz de atravesar las primeras ramas de las copas. Sin embargo, a pesar de la lobreguez del fresco bosque, era posible adivinar el vuelo de miles, millones, de pájaros de todos los colores, de todas las especies, aleteando veloz y ágilmente entre las ramas y las copas, evitando los obstáculos que los bellos árboles representaban para sus caprichosas trayectorias. Todos aquéllos pájaros piaban creando un estruendo extrañamente armónico.
Ésta iba a ser a partir de ahora la música de las mañanas en mi nuevo hogar.
(No recuerdo haber llegado a ver la casa en sí, volando por encima de mi bosque, supe que ésa era la habitación más importante de todas, la única importante).