viernes, 18 de noviembre de 2011

MI NUEVO HOGAR






















El señor y la señora me enseñaban la que iba a ser mi nueva casa. Empezaban por enseñarme el bosque en el que la casa se escondía. Volábamos sobre las copas de los árboles para ver mejor el bosque.

Era un bosque húmedo, negro y tupido, de altísimos árboles muy oscuros con troncos interminables. La luz que surgía de por encima de nuestras cabezas, apenas era capaz de atravesar las primeras ramas de las copas. Sin embargo, a pesar de la lobreguez del fresco bosque, era posible adivinar el vuelo de miles, millones, de pájaros de todos los colores, de todas las especies, aleteando veloz y ágilmente entre las ramas y las copas, evitando los obstáculos que los bellos árboles representaban para sus caprichosas trayectorias. Todos aquéllos pájaros piaban creando un estruendo extrañamente armónico.

Ésta iba a ser a partir de ahora la música de las mañanas en mi nuevo hogar.


(No recuerdo haber llegado a ver la casa en sí, volando por encima de mi bosque, supe que ésa era la habitación más importante de todas, la única importante).

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